Artesanos de la navaja

La industria vasca dedicada a la obtención y transformación del hierro y sufrió en el siglo XVII una crisis de relativa importancia motivada por la aparición, en los mercados europeos y de América, de hierro procedente de otras zonas, principalmente Suecia, de calidades similares y precio inferior.

Esta fuerte competencia originó una reducción de la actividad de las ferrerías, el cierre de algunas de ellas y la reubicación de los expertos trabajadores, que buscaron otras actividades u otros lugares en los que desempeñar su oficio.

Algunos ferrones vascos emigraron a Asturias y Galicia, regiones en las que existían yacimientos de mineral de hierro suficientes, así como abundantes bosques y cursos de agua. Allí instalaron ferrerías hidráulicas para obtener hierro, utilizando las mismas técnicas que las utilizadas en su lugar de origen, y destinando su producción al consumo regional.

Diversas herramientas y procesos utilizados en estas áreas geográficas han tenido, hasta fechas muy recientes, nombres derivados del euskera, “aroza” ha sido el encargado de la ferrería y “agoa” la masa de hierro obtenida en el horno. Aún hoy pueden encontrarse en estas regiones apellidos como Legazpi y Azcarate.

Como consecuencia de esta industria siderúrgica y a su amparo, surgió en la zona media del río Eo (Lugo-Asturias) una actividad transformadora del hierro, con pequeños martinetes también movidos por el agua y talleres artesanales que trabajaban este material, obteniendo aperos agrícolas, herrajes, cuchillería y otros productos derivados.

Sin embargo estas actividades de siglos pasados no dieron origen a una industria de cierta entidad que haya llegado hasta nuestros días. Actualmente queda como único testimonio de ella una tradición de elaboración de cuchillería de forma artesanal que se centra en la localidad de Taramundi en Asturias, en el limite con Galicia.

La elaboración de las “navallas de Taramundi” comenzó hacia 1870 y en 1960 existían en el citado concejo 80 talleres dedicados a esta actividad. En la actualidad 12 talleres artesanos se dedican a su elaboración, ocupando a unos 25 trabajadores que continúan con el oficio y el saber hacer de sus antecesores.

Una acertada gestión de la imagen de sus productos y de los valores turísticos del municipio llevada conjuntamente con la Administración, han conseguido que la cuchillería y en especial las navajas de Taramundi, hayan adquirido un notable prestigio y sean deseadas por el público.

Actualmente estos artesanos fabrican navajas con un diseño que tiene elementos comunes entre todos ellos y que los distinguen de las de otras procedencias. Lo hacen de forma artesanal, en series unitarias y con frecuencia sobre pedido del cliente que especifica alguna de las características y el tamaño. Los artesanos la fabrican incluso con el nombre del destinatario grabado en la hoja.

Entre estos artesanos podemos mencionar a Antonio Díaz y Bermúdez y a su hijo Antonio Díaz Alvarez que trabajan en su taller de Vega de Llan, a un kilómetro escaso de Taramundi. Ambos se han especializado en la fabricación de navajas y tijeras, siendo los únicos que en esta comarca elaboran este último producto.

Torno de afilarAntes de la introducción de la electricidad en la comarca el acabado de las navajas y cuchillos se realizaba en un torno de afilar accionado a pedal. (Foto J.A. Azpiazu)

Ruedas abrasivasLas herramientas mayores y los aperos agrícolas se afilaban con grandes ruedas abrasivas de arenisca, montadas sobre un eje que era movido por una rueda hidráulica. (Foto J.A. Azpiazu).

Los artesanos DíazLos artesanos Díaz, padre e hijo, en su taller. (Foto José María Izaga).